jueves, 17 de diciembre de 2009

Oda al amor - María Mercedes Carranza






Una tarde que ya nunca olvidarás
llega a tu casa y se sienta a la mesa.
Poco a poco tendrá un lugar en cada habitación,
en las paredes y los muebles estarán sus huellas,
destenderá tu cama y ahuecará la almohada.
Los libros de la biblioteca, precioso tejido de años,
se acomodarán a su gusto y semejanza,
cambiarán de lugar las fotos
Otros ojos mirarán tus costumbres,
tu ir y venir entre paredes y abrazos
y serán distintos los ruidos cotidianos y los olores.
Cualquier tarde que ya nunca olvidarás
el que desbarató tu casa y habitó tus cosas
saldrá por la puerta sin decir adiós.
Deberás comenzar a hacer de nuevo la casa,
reacomodar los muebles, limpiar las paredes,
cambiar las cerraduras, romper los retratos,
barrerlo todo y seguir viviendo.

María Mercedes Carranza tiene una capacidad asombrosa para transmitirnos los ires y venires del amor, de la revolución y de los estragos que éste causa en nuestras vidas; es por eso que Oda al amor, publicada en el poemario De amor y desamor, es un ejemplo claro de esa concentración estética y emocional.

En cuanto al análisis de éste podemos decir que en su estructura externa está conformado por seis estrofas. Hay, también, una aliteración:
Una tarde que ya nunca olvidarás... Cualquier tarde que ya nunca olvidarás.

En su estructura interna podemos dividirlo en dos segmentos, el primero cuando llega el amor y cambia las costumbres, la cotidianidad, las formas de sentir y de sentirse y aquello que alguna vez fue sólo nuestro pasa a ser compartido y evaluado por ese otro que se inmiscuye en su vida , quien en ese momento, lo representa todo.

La poesía en últimas, logra su cometido cuando logra establecer un diálogo con el lector o la lectora en un lugar muy íntimo de su vida y así, este camino del amor, percibido por el yo poético en la Oda es el de la experiencia repetida por hombres y mujeres desde siempre y por siempre.

La soledad, eterna compañera del transitar de poetas, artistas y otras personas que se encuentran desencantadas, aparece repetidamente como compañera de ruta de María Mercedes Carranza. Es un tema que vuelve, que se repite y resuena en cada desamor, en cada locura y en cada aislamiento.


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